“Todos los cronistas cometemos errores. La obra de Kapuscinski no desmerece ante inexactitudes fácticas circunstanciales. Su método de trabajo era claro: escribía libros a partir de recuerdos lejanos. Las notas enviadas a la prensa polaca le servían de cantera para lo que en verdad le interesaba: reportear su memoria. ¿Era "el mejor periodista del siglo XX", como se le llamó, o "el enviado especial de Dios", como lo bautizó John Le-Carré? Por supuesto que no. Kapuscinski no conseguía exclusivas ni daba noticias. Su técnica era proustiana: reconstruía el tiempo y se concentraba en complejas formas de comportamiento. La nitidez con que retrata los usos del poder en Imperio o El Emperador no se ve empañada por la previsible inseguridad de su memoria. La fama es siempre un malentendido. El problema de Kapuscinski está en su contexto, en el mito de que fue el hombre mejor informado antes de Internet.”
Juan Villoro, acerca del pequeño escándalo que, cuando pasen los años, no opacará la obra de Ryszard Kapuscinski, uno de los más grandes cronistas del siglo XX, a propósito de la publicación de una biografía que expone que “el reportero de guerra habría acomodado muchas veces datos y situaciones a su arbitrio”, como se sonroja Ñ de hoy.
Se me ocurre pensar que esas supuestas tergiversaciones de la realidad acaso tengan una cuota de verdad mayor que cualquiera de las operaciones de prensa que trepanan por estos días el sentido común del argentino medio, si tal individuo existiera.
El resto del artículo de Villoro, click acá.
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sábado, 20 de marzo de 2010
- Fernando Castro
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