sábado, 11 de abril de 2009

Carver, más Carver

La editorial Anagrama va a publicar cuentos de Raymond Carver tal como eran antes de la drástica poda a que los sometió su editor, Gordon Lish. El caso es que con esos tijeretazos (se dice que sacó tan sólo de una colección de relatos cerca de cinco mil palabras) fundó toda una literatura. Como sea, y más allá de los debates sobre cuál de los dos fue el genio, me parece que lo mejor es seguir leyendo a Carver, tal como era, uno de los mejores cuentistas del siglo XX, y después también leer los originales, que algo van a dejar seguro. Lo que terminó tan bien no pudo comenzar del todo mal.


Ñ, de Clarín, publicó un ejemplo para explicar el tenor de la poda:

La versión oficial 

L. D. se puso la bolsa bajo el brazo y cogió la maleta. 
- Sólo quiero decir una cosa más - empezó. 
Pero le resultó imposible imaginar cuál podía ser aquella cosa. 


La versión original 

L. D. se acomodó otra vez la bolsa de afeitar bajo el brazo y volvió a coger la maleta. 
- Sólo quiero decir una cosa más, Maxine. Escúchame. Recuerda esto: te quiero. Te quiero pase lo que pase. También te quiero a ti, Bea. Os quiero a las dos. Permaneció quieto junto a la puerta y sintió que sus labios empezaban a temblar al intuir que quizá era la última vez que las veía. 

- Adiós - dijo. 

- ¿A esto llamas amor, L. D.? - dijo Maxine. Soltó la mano de Bea. Alzó el puño. Sacudió con fastidio la cabeza y hundió las manos en los bolsillos del abrigo. Le miró fijamente y después deslizó su mirada hasta algún punto en el suelo, junto a los zapatos de él. 
Sintió un escalofrío al darse cuenta de que a partir de ahora la iba a recordar siempre así, como en esta noche. Era horrible pensar que el resto de su vida ella sería para él aquella mujer indescifrable, una figura muda con un largo abrigo, de pie en medio de una habitación iluminada, con los ojos bajos. 

- ¡Maxine! - gritó-.¡Maxine! 

- ¿A esto llamas amor, L. D.? - dijo ella, clavando sus ojos en los de él. Sus ojos eran terribles y profundos, y él mantuvo su mirada todo el tiempo que pudo. 



La reseña de todo el asunto.

Una muestra del talento de Carver (editado), acá.

Y, por último, cómo el teatro independiente lo tiene entre sus predilectos.

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